Estella Hernandez Profile

Estella Hernandez
San Bernardino, CA
Estella Hernandez is originally from Muleshoe, Texas. When she was a child her family moved to California and from the age of 5 to 18 she lived in the town of Delano. She remembers that when she was growing up her parents always had two jobs. This instilled a strong work ethic in Estella “cause that’s the way you were raised”. As a teenager she helped them run a drive-in theater and she worked in the fields alongside her parents picking tomato, cantaloupe and green beans as well as working in a grape packing plant. When she was in high school she became interested in auto repair because that’s what her father did. She took an auto mechanics class but found that the teacher was not supportive of her interest. He ignored her during class and refused to teach her, so she was discouraged from pursuing that path. “I’m still mad because I could be a mechanic right now. A daycare and a mechanic!” Her other interest, even back then, was to have her own daycare. After high school she got married and moved around with her husband as they tried to find a stable home and work situation. They eventually settled in San Bernardino around 1980. There, Estella worked with her aunt who ran a daycare. After a year of training she took over the childcare center which she still operates today. She and her family have now lived in San Bernardino’s West Side neighborhood for about 40 years.
The West Side neighborhood of San Bernardino is one of the most severely affected areas of the Inland Empire in terms of air pollution due to the fact that it is home to a Burlington Northern Santa Fe (BNSF) intermodal railyard. This BNSF facility is one of the biggest logistics hubs in the state of California and it is located squarely in the middle of a densely populated part of the city where residents are mostly Hispanic working-class families. The type of air pollution generated by the operation of this facility has been proven to be linked to higher than normal rates of cardiovascular disease and incidences of cancer by numerous medical studies. Estella has seen the effects of this pollution in her own family. A couple of her grandchildren suffer from asthma. Her granddaughter Maurissa’s case was so severe that as a child she had to carry around a backpack with respiratory equipment and medication at all times.
Estella’s biggest concern today is the Robertson’s Ready Mix plant that operates about 500 feet behind her and her back yard. This facility puts cement dust into the air on an almost daily basis. This dust ends up in neighborhood homes and in resident’s respiratory systems. It is a big and very real part of Estella and her family’s reality. She dusts her home every day and tries to keep her house sealed but it still gets in through the cracks in the window frames, through vents and anywhere that is not sealed. The thickness of the dust causes appliances and electronic equipment in her home stop working and they have to be cleaned out regularly. She and her family are constantly dealing with the effects of this dust in their home and in their bodies “It’s like sandpaper and we’re breathing this”. Estella is health conscious. She is a Zumba instructor at local gyms and she educates herself and her neighbors about nutrition, but air quality is an issue that she feels she has little control over. “…the dust really scares me because I’m getting up in my age and I know all the time my herbal stuff not gonna work and eventually, at one time or another, I’m gonna have to wind up in a hospital and I don’t want to go to a hospital….”.
Estella has been active in the fight for clean air in her neighborhood for decades. She has participated in local marches and actions to demand better air and she has testified about her and her family’s experiences at county board meetings. She continues to raise her concerns about air quality to the agencies who are supposed be in charge of regulation. Often, she feels, to no avail. In her experience these agencies have not been helpful or responsive. The proof, she says, is that things don’t change.
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Estella Hernandez es originaria de Muleshoe, Texas. Cuando era niña su familia se mudó a California y desde los 5 a los 18 años vivió en el pueblo de Delano. Recuerda que cuando era niña, sus padres siempre tenían dos trabajos. Esto inculcó una fuerte ética de trabajo en Estella "porque así nos criaron". Cuando era adolescente, trabajo con su familia en un autocine y trabajó en los campos junto a sus padres piscando tomates, melones y ejotes, además de trabajar en un empaque de uvas. Cuando estaba en la escuela secundaria, se interesó en la reparación de automóviles porque eso era lo que hacía su padre. Tomó una clase de mecánica automotriz, pero descubrió que el maestro no apoyaba su interés. Él la ignoró durante la clase y se negó a enseñarle, por lo que se desanimó de seguir ese camino. “Todavía estoy enojado porque podría ser mecánico en este momento. ¡Una guardería y un mecánico! " Su otro interés, incluso en ese entonces, era tener su propia guardería. Después de la secundaria se casó y con su esposo buscaron una situación estable de hogar y trabajo. Llegaron a San Bernardino alrededor de 1980. Allí, Estella trabajó con su tía, que tenía una guardería. Después de un año de entrenamiento, se hizo cargo de la guardería y la a mantenido hasta la fecha. Ella y su familia han vivido en el vecindario West Side de San Bernardino durante aproximadamente 40 años.
El vecindario West Side de San Bernardino es una de las áreas más severamente afectadas del Inland Empire en términos de contaminación del aire debido a que alli se encuentra una estación ferroviaria intermodal de la compania Burlington Northern Santa Fe (BNSF). Esta instalación de BNSF es uno de los centros logísticos más grandes del estado de California y está ubicada directamente en medio de una vecindad densamente poblada donde los residentes son en su mayoría familias hispanas de clase trabajadora. Numerosos estudios médicos han demostrado que el tipo de contaminación de aire generado por el funcionamiento de esta instalación está relacionado con incidencias más altas de lo normal de enfermedades cardiovasculares e incidencias de cáncer. Estella ha visto los efectos de esta contaminación en su propia familia. Un par de sus nietos padecen asma. El caso de su nieta Maurissa fue tan grave que de niña tuvo que llevar consigo una mochila con equipo respiratorio y medicación en todo momento.
La mayor preocupación de Estella hoy en día es la planta Ready Mix de la compania Robertson que opera a unos 500 pies detrás de ella y su yarda de atras. Esta instalación produce polvo de cemento al aire casi a diario. Este polvo termina en las casas del vecindario y en los sistemas respiratorios de los residentes. Es una parte grande y muy real de la vida de Estella y su familia. Ella desempolva su casa todos los días y trata de mantener su casa sellada, pero todavía entra el polvo a través de las grietas en los marcos de las ventanas, a través de los conductos de ventilación y en cualquier lugar que no esté sellado. El espesor del polvo hace que los electrodomésticos y el equipo electrónico de su casa dejen de funcionar y tengan que ser limpiados con regularidad. Ella y su familia están lidiando constantemente con los efectos de este polvo en su hogar y en sus cuerpos "Es como papel de lija y estamos respirando esto". Estella es consciente de su salud. Es instructora de Zumba en gimnasios locales y se educa a sí misma y a sus vecinos sobre nutrición, pero la calidad del aire es algo sobre el que siente que tiene poco control. “… El polvo realmente me asusta porque estoy ya mayor y sé que mis remedios a base de hierbas no siempre van a funcionar y, eventualmente, en un momento u otro, tendré que ir a un hospital y no quiero ir a un hospital… ”.
Estella ha estado activa en la lucha por el aire limpio en su vecindario durante décadas. Ha participado en marchas y acciones locales para exigir aire limpio y ha atestiguado sobre sus experiencias y las de su familia en las reuniones de representantes del gobierno del condado. Continúa expresando sus preocupaciones sobre la calidad del aire a las agencias que supuestamente están a cargo de la regulación. A menudo, siente, en vano. En su experiencia, estas agencias no han sido útiles ni receptivas. La prueba, dice, es que las cosas no cambian.